La también llamada ‘ciudad-balneario’, a la que Pedro Antonio de Alarcón comparó con “un sueño de poetas”, sorprende por la belleza de su estampa blanca recostada sobre la falda del Cerro del Caballo, en la ladera sur de Sierra Nevada, en medio de un auténtico espectáculo paisajístico que hizo exclamar en su día al escritor: “¡Alto y parada! ¡Soltemos ya la pluma y tomemos los pinceles!”, frase que adorna el pilar levantado sobre la fuente de las Adelfas para conmemorar la visita de este autor granadino a la comarca.